Abogado Aviles

Abogado Aviles

SER ABOGADO (OPTIMISTA)

Estos días pensaba en lo que significa ser abogado y en la realidad de nuestro trabajo en la actualidad
por tres razones: por un artículo que leí, una charla que tendré próximamente
con alumnos de una universidad madrileña y un libro imprescindible para todo
abogado que releí hace poco.

 

   
Reconozco que soy optimista por naturaleza, no sé si es
algo genético o aprendido, pero es así. Siempre que surge algo negativo
alrededor trato de verle el lado bueno al asunto y, aunque no me lo proponga
activamente, lo cierto es que siempre lo encuentro.


 

  
La realidad profesional que me encuentro alrededor no
siempre es tan optimista y mucha gente está desencantada con la profesión.


 

El artículo que leía recientemente, escrito por Lyle Moran, trataba sobre el
pesimismo de los abogados y la posibilidad de canalizar el optimismo. ¿Es
posible pasar de esa tendencia al pesimismo a desarrollar un mayor optimismo?

 


Martin Seligman, profesor de psicología de la Universidad
de Pensilvania y destacado estudioso de la psicología positiva, señalaba en una
conferencia del Instituto para el Bienestar del Derecho que “la comodidad de
los abogados con el catastrofismo con frecuencia puede tener ramificaciones
negativas en sus vidas personales, que experimentan altas tasas de depresión,
agotamiento, alcoholismo y divorcio.” Casi nada.

 
Esto mismo lo decía Ángel Ossorio y Gallardo en ese
imprescindible libro escrito en 1.919 que es “El alma de la toga”:



 

 “Lo que rinde y destroza al hombre no es el
trabajo, por duro que sea, sino la serie inacabable de sensaciones que tienen
en tensión el sistema nervioso y que son las características de la vida
moderna, y especialmente de la vida del Abogado.

-     ¡Se ha perdido el pleito de Fulano!


-     ¡Se ha ganado el de Mengano!


-     ¡No se logra colocar la emisión de
obligaciones!

-     ¡Ha muerto el testigo más importante para
tal pleito!

-     ¡No se encuentra un documento
indispensable!


-     ¡El recurso de casación vence esta noche!


-     ¡Acaban de señalar una vista para mañana!

-     ¡Se transigió felizmente la cuestión!

-      ¡Se han tirado los trastos a la cabeza en
una junta de acreedores!


 

Y esto mil veces al día, y todos los días,
y todos los años. ¡Oh, Dios, qué tortura!”


 

¿Os suena? Seguro que sí porque ese es el
pan nuestro de cada día de los abogados.


 

Saber lidiar con todo eso y encauzarlo de
forma positiva no es fácil, pero se debe intentar para no dejarse llevar por lo negativo. Creo que lo negativo es temporal, no permanente
y además siempre podemos hacer algo al respecto.

 
 Martin Seligman habla de la teoría del bienestar
(“PERMA”) y define los cinco pilares que la componen:

 
1. Positive emotions (Emociones positivas): supone
aumentar las emociones positivas tales como la gratitud, inspiración,
curiosidad, satisfacción.


2. Engagement (Compromiso): la búsqueda de aquellas
actividades que nos permitan entrar en un estado de “flow” (término del que
hablaba Mihaly Csikszentmihalyi en su también imprescindible libro de este
título: “Fluir (Flow)”), ese estado en el que nos encontramos cuando nos
comprometemos con una tarea o un proyecto en el que el tiempo parece detenerse
y nos concentramos intensamente en el presente.


3. Relationships (Relaciones positivas): relacionarnos con los demás es indispensable para nuestro bienestar. Fomentar este extremo no solo mejorará nuestras habilidades
personales, sino que favorecerá nuestra felicidad.


4. Meaning
and purpose (Propósito y significado): se refiere a la idea de que el sentido de nuestra vida va más allá de nosotros mismos. Según Seligman el significado surge de la
creencia de que perteneces y sirves a algo más grande que tú mismo y los
abogados no deberían tener problemas para encontrar eso cuando practican su
oficio.


5. Accomplishment (Logro) supone establecer metas que una vez alcanzadas servirán para sentirnos
competentes y fomentar nuestra autonomía.

 


 
  Creo que la abogacía tiene un campo enorme de actuación que
muchas veces no sabemos ver o intuir. No es un campo cerrado en el que las
cosas deban hacerse “como siempre se han hecho”. Las leyes cambian, la sociedad
avanza, la jurisprudencia muta constantemente y tenemos la posibilidad de abrir
brecha en muchos asuntos, de ser creativos a la hora de enfocar los temas y de ver
nuestro trabajo desde una visión muy amplia en la que se pueden cruzar
múltiples enfoques. Solo hay que ser curioso, tener las antenas desplegadas
como digo siempre y saber investigar aquello que nos puede aportar una nueva
manera de hacer las cosas.

 



Como decía Ángel Ossorio en “El alma de la toga”: “Sin ilusión, se pueden llevar los
libros de un comercio, o ser delineante o tocar el cornetín en una orquesta. En
las mismas profesiones jurídicas cabe no tener ilusión para el desempeño de un
registro de la Propiedad, una secretaría judicial o una liquidación de Derechos
reales. Son todas esas profesiones de las que se tira, obteniendo frutos
análogos cualquiera que sea el estado de ánimo con que se ejerzan. Pero
Abogado, no. El Abogado o lo es con apasionamiento lírico, o no puede serlo,
porque soportar de por vida una profesión que no se estima es miserable
aherrojamiento, sólo comparable al de casarse con una mujer a la que no se ama;
y quien lleva clavadas tales espinas no tiene resistencia más que para lo
mecánico, para el que puede hacerse con el alma dormida o ausente.”

 



Así que ilusión es la palabra que lo resume todo, para los que empiezan y para los
que llevamos en la profesión muchos años, ser capaces de ilusionarnos con esta
profesión a la que pertenecemos y que realmente tiene ese significado de ser
algo más grande que nosotros mismos porque cuando un abogado se pone la toga en
estrados, como también dice Ossorio, “no está sola nuestra personalidad, acaso
indomable, sino también la dignidad colectiva de todos nuestros compañeros,
depositada en nuestras manos en aquel minuto.”